Un simple comentario, una simple mirada, una simple risa pueden arruinar una salida, un momento o una relación.
Es increíble como las cosas pueden cambiar rotundamente en tan poco tiempo. Me ponen muy mal este tipo de situaciones en las que uno se encuentro solo y triste en su cuarto y no puede parar de llorar. No puede recurrir a nadie, nadie puede buscarte, nadie puede consolarte. Extrañamos a nuestros hermanos. ¡Cuando más los necesitamos no están! Todo es y fue por nuestra culpa. Parece no haber escapatoria o solución alguna para esta agonía que sentimos, para este puñal que está clavado en nuestro pecho, que no nos permite respirar.
Parece ser que las cosas y las personas son mucho más frágiles que lo que aparentan ser.
¡Quisiéramos poder cambiar tantas cosas! Retractarnos. Nos arrepentimos de tantos gestos, tantos comentarios, de tantas miradas. Simplemente quisiéramos poder ser más cuidadosos con cada palabra que sale de nuestras bocas. Las cosas serían más simples, más llevaderas.
Parece ser que todo lo que hacemos o decimos causa grandes revoluciones, grandes tragedias. Pensamos en no hablar nunca mas en nuestras vidas para no provocar dolor ni discusiones hacia la gente que más queremos.
Sentimos que nos vamos a deshidratar de la cantidad de agua que nuestros cuerpos expulsan. ¿Agua del cerebro? ¿Agua del alma? ¿Agua del corazón? Quien sabe de donde proviene el agua.
Perdón por arruinar todo. Perdón por no pensar antes de hablar. Perdón por ser tan impulsivos. Perdón, perdón. Perdón por separar una pareja feliz. Perdón por arruinar efímeros momentos, momentos felices. Perdón por tornar algo placentero en algo insoportable y absurdo.
La culpa nos carcome. La tristeza y las lágrimas nos consumen. El sueño cierra nuestros párpados, exhaustos de tanto llorar.
¿Dónde está la felicidad y alegría que existía dos horas atrás?
¿Dónde quedó la niña soñadora y cantarina?
¿Dónde está la chica que no baja los brazos nunca?
¿Dónde está? ¿Está perdida? ¿Estará confundida? ¿Estará en una crisis? ¿Estará harta?
La respuesta a todas estas preguntas es afirmativa.
¿Puede una adolescente de dieciséis años consumir y arruinar una noche? Si puede. Quien sabe lo difícil que ella se puede tornar. Nadie siente su profundo dolor.
¿Dónde quedó su osito de peluche? ¿Estará sucio en una sillita perdida? ¿Se habrá olvidado de él?
Quisiéramos volver el tiempo atrás, remediar todos los errores cometidos. Quisiéramos que las cosas fueran más simples.
sábado, 13 de noviembre de 2010
viernes, 12 de noviembre de 2010
Gracias
Estimadxs alumnxs:
Quiero agradecerles su colaboración en este proyecto que solo se llevó a cabo porque junto a Uds. otras casi 100 personas se conmovieron y pasaron de la indignación a la acción.
Estoy orgullosa de su humanidad.
Nos recuerda que la solidaridad no es más que un acto espontáneo y desinteresado sin miramientos sobre cómo ni a quién se ayuda.
Una vez más, GRACIAS
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